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viernes, 7 de septiembre de 2012

Pocos pueden superar a Popovich y quitarle el honor de dirigir a la Selección de Estados Unidos


En la noche en la que se entregó el Premio Como Entrenador del Año de la NBA en la temporada 2012 y antes de la ruidosa felicitación de la gente en el AT&T Center, más de uno debió haber recordado la escultura hecha en bronce del legendario entrenador Red Auerbach que dan como trofeo.
El recipiente no es el adecuado porque está lleno de adornos, pues para esta ocasión éste debía haber tenido un traje lleno de materiales peligrosos y nada ostentosos.
Gregg Popovich no busca reconocimientos y no recibe los halagos que le hacen tan bien como controla los equipos que dirige, razón por la cual es necesario que alguien diga lo obvio – que Popovich debería ser el entrenador de la Selección de Estados Unidos cuando comience la defensa de la medalla de oro en Río de Janeiro en el 2016.
Esto no significa de ninguna manera algo malo en contra del actual director técnico de los Celtics, Doc Rivers, quien es un hombre con clase y que se merece este privilegió tanto como cualquiera que haya dibujados Xs y Os en un tablero al borde de una cancha en la NBA. Rivers tiene el temperamento para manejar la colección de egos que tienen las súper estrellas de la NBA y la perspectiva para lidiar con las peticiones irreales que tiene ese trabajo, el cual no tiene margen de error.
Tampoco se trata de pasar por encima la conexión histórica de Doug Collins, entrenador de los Sixers, miembro del equipo olímpico de los Estados Unidos en 1972, cuyas medallas de plata conseguidas tras el controversial final de aquel partido definitivo siguen guardadas en una caja en Lausana, Suiza. Como jugador estelar, entrenador enérgico y gran comentarista de televisión durante los 40 años desde que se paró en la línea y encestó dos tiros libres vitales en Múnich que debían haber asegurado el triunfo de los estadounidenses, Collins ha sido un hombre inspirador y exitoso.
Pero si la idea es enviar a los mejores jugadores de baloncesto de la nación a los Olímpicos, entonces ellos deberían ser dirigidos por el mejor entrenador.
No fue hace mucho tiempo – tras los fracasos consecutivos en el Campeonato Mundial de Indianápolis en el 2002 y los Olímpicos de Atenas en el 2004 – cuando quizás fue necesario mirar fuera de la NBA para buscar a alguien con una hoja de vida brillante, personalidad sólida y gran mano que como la que brinda Mike Krzyzewski para juntar a estas estrellas profesionales y convertirlas en un equipo. No hay manera de discutir los resultados—una marca de 62-1, un Campeonato Mundial y dos medallas de oro Olímpicas.
Sin embargo, luego de que el Entrenador K dejara saber que se retirará tras ese triunfo dorado junto a Kobe Bryant, Popovich es el más lógico, el que más se merece y el que tiene la mejor personalidad para cargar con esa antorcha olímpica.
Tras 847 triunfos en la temporada regular de la NBA, cuatro campeonatos y 17 temporadas dirigiendo en San Antonio, es un honor que seguramente hará que se ponga en posición de firme como si fuera un militar antes de cada partido cuando suene el himno nacional.
Popovich será el último en admitirlo, pero le debió haber molestado el haber pasado las dos últimas semanas como un turista en los Olímpicos de Londres, viendo a los diferentes jugadores internacionales de la organización de los Spurs -- Manú Ginóbili, Tony Parker, Boris Diaw, Nando De Colo, Tiago Splitter y Patty Mills – desde las tribunas.
Es un hombre graduado de la Fuerza Aérea quien prácticamente ha sangrado por la bandera de las barras y las estrellas. Además, seguramente ningún entrenador estadounidense ha tomado mayor ventaja y aprecio por el desarrollo del baloncesto internacional que Popovich. Él también tiene una conexión histórica con el color rojo, blanco y azul. No fue convocado a ese equipo de los Olímpicos en 1972. Pero nunca escucharán que se refiera a los cuatro títulos con los Spurs como “campeonatos mundiales” debido al respeto que tiene por el juego en todos los continentes.
El dos veces ganador al premio como Entrenador del Año en la NBA seguramente arrastró su tenacidad y actuó de esa manera cuando fue el entrenador del equipo dela Conferencia Oeste en el Partido de las Estrellas (en el 2005 y el 2011). No obstante, apenas entra al vestuario despliega una receta llena de camaradería y cooperación.
Hay muy pocos que no lo colocan como máximo favorito al puesto de entrenador del Equipo de Estados Unidos, aunque las circunstancias lo hayan hecho perderse el momento que más le hubiera gustado disfrutar. Popovich era el asistente técnico durante los fracasos del 2002 y el 2004. Esas derrotas produjeron una revisión general del programa de baloncesto de los Estados Unidos y en el que Jerry Colangelo, quien fuera jefe de los Phoenix Suns, quedó a l mando.
Colangelo dijo que Popovich nunca expresó el entusiasmo suficiente para quedarse con el trabajo en las conversaciones que tuvieron y entonces se decidió por Krzyzewski. Popovich quizás tenga que lidiar con esa decisión, pues tuvo que escuchar muchas veces esa historia hasta que le envió una carta a Colangelo, con copia a los oficiales de la NBA y a otras personalidades del mundo del baloncesto, donde le decía que parara de decir eso y que el ser nombrado como entrenador de la selección de su país sería un honor.
Es un hombre orgulloso, un patriota, un hombre reconocido en todo el mundo por su paladar sofisticado y su gran visión, razones por las que seguramente no pedirá ese cargo. Y seguramente Popovich es el mejor entrenador de baloncesto de su generación, motivo por el cual le darán el equipo a cargo.

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